sábado, 10 de abril de 2010

México: El caso Rousset y la guerra sucia

3-10-2007

Por Mario Rivera Guzmán.


En 1978, cuando el recién nacido Uno más Uno sellaba el 'bloque histórico' entre pescados (del PCM) intelectuales y mapaches keynesianos (el maoísmo urbanizado y cultivado se iría agregando un poco después hasta convertirse en hegemónico...), apareció en las páginas de este diario, dirigido entonces por Becerra Acosta, un extraño desplegado cuya interpretación contribuiría en mucho a desentrañar las más perversas sutilezas de la guerra sucia en su afán por aislar a los jóvenes comunistas que habían tomado las armas organizadamente en la LC-23S. El desplegado estaba firmado por casi todas las plumas importantes del grupo Vuelta y, a la cabeza, por Octavio Paz. En él se solicitaba al presidente López Portillo y al entonces secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles, intercedieran para reconocer "el gran trabajo" que como traductor y poeta había realizado durante su corta estadía en la cárcel, nada menos que Guillermo Rousset Banda, dirigente comunista del PCM en el Distrito Federal en tiempos de las huelgas ferrocarrileras de 1958 y prófugo de la justicia por haber baleado mortalmente al amante de la madre de sus hijos.



Rousset se mantuvo prófugo durante más de 10 años y en ese lapso recorrió Francia, Colombia, China. Los llamados 'pescados' --seguidores todos de aquel hombre gris inventado por los soviéticos de nombre Arnoldo Martínez Verdugo--, contaban sinfín de historias sobre otros amantes de otras mujeres que había matado Rousset en su largo peregrinar, pero yo no les creía ni madre porque estos personajes le inventaban historias a todo el que discrepaba de ellos. Por ejemplo, del tío Gustavo Patiño --que murió en un desembarco contra el dictador Trujillo en la isla de Santo Domingo-- anduvieron diciendo estos mismos intrigosos que trabajaba para quién sabe qué policía durante su estancia en México. Que qué casualidad que se había sacado la lotería. Cosas parecidas dijeron de Genaro Vázquez y de Lucio Cabañas. En todo caso, en el juiclo que se siguió contra Rousset aquí en México después de que se le detuvo en el Aeropuerto Internacional de la capital en una de sus entradas clandestinas, sólo se le adjudicó el cadáver de Carlos Farías, de quien la prensa policíaca de aquel tiempo informó en su momento que portaba una credencial de la policía al ser tiroteado por el celoso enfurecido.



El clandestinaje del prófugo Rousset en México y sus actividades hacia la construcción del Partido del Proletariado Mexicano deben haber sido toleradas por los órganos de seguridad del Estado durante todo el pos 68, y hasta bien entrados los setentas, pero aquello terminó cuando Rousset y su grupo se negaron con todos sus argumentos a celebrar la reforma política de Reyes Heroles que terminó por neutralizar a viejos comunistas y troskistas. Entonces le hicieron pagar a Otelo por su crimen.



Rousset estuvo pocos meses en la cárcel, pero no deseaba permanecer por más tiempo ahí. Él sí que no tenía madera de estoico, pese a ser "dogmático". Así que se acogió al trato civilizado que le ofreció el grupo Vuelta, que no lo hacía renegar de lo que pensaba, pero lo obligaba a guardar silencio en cuestiones de política. En vista de las circunstancias, Rousset renunció a su faceta de teórico político y se refugió en cosas de la poética, reservándose el derecho para despotricar contra los " roedores de galleta" cuando ya tenía medio pomo de vodka adentro. Con el tiempo casi todos sus correligionarios en activo terminaron bajo las enaguas amarillas del perredismo. Los otros, como él, guardaron silencio.



Es muy probable que el ingeniero fino de la maniobra que liberó a Rousset Banda de su prisión, gracias a las presiones de Octavio Paz, fuera el poeta Eduardo Lizalde, prominente colaborador del grupo Vuelta y firmante al calce del desplegado de Uno más Uno con el que me desayuné aquella mañana, camino a mi odiada clase de matemáticas. Lizalde y Rousset habían militado en el PCM y habían sido expulsados del mismo en diferentes momentos. En el contexto de la guerra sucia contra la LC-23S, la neutralización de Rousset tenía un objetivo preciso. La Seguridad del Estado también hizo política para exterminar a los guerrilleros.



No hay comentarios:

Publicar un comentario