sábado, 22 de mayo de 2010

Carta de agradecimiento a la clinica Fontanelli

México, D.F., 12 de Agosto de 1978

Guillermo Rousset Banda
Milán 38, departamento 404-A
Colonia Juárez

Clínica de Estética Fontanelli
Avenida Baja California 317, 3er. piso
Colonia Hipódromo Condesa

Presente:

Durante cuatro años de matrimonio observé a mi querida esposa*, mujer de suyo bien formada y bella, seguir varios regímenes dietéticos y hacer diversos ejercicios para disminuir de peso y adoptar la figura esbelta que propone la moda francesa sin resultados apreciables, tanto que muchas veces le aconsejé disistir.

Ahora, después de poco más de dos meses de tratamiento en su Clínica, mi esposa no sólo redujo 15 kilos, sino que, desde la perspectiva estética, su cuerpo quedó mejor que nunca, en síntesis: espléndido; por supuesto, la consecuencia sicológica y moral no fue menos grata.

En la medida que la satisfacción de mi esposa es también la mía, considero pertinente, apreciada Sra., felicitarla por sus métodos que permiten alcanzar tan brillantes éxitos.

Reciba usted el saludo de su servidor:



* Gabriela de la Vega y Vega

domingo, 25 de abril de 2010

El cacomixtle vegetariano por Alberto Híjar


El fracaso de la revolución democrática de liberación nacional inició en 1994 al recopilar el doctor Mario Rivera Ortiz documentos no estudiados y hasta ocultados de los años 1960 a 1965. PRI, PCM, PPS, POCM y MLN fueron siglas principales en la política de esos años de represión y cárcel de los movimientos de ferrocarrileros, médicos y maestros. Lamenta el autor en su Introito la ausencia de personajes con los que pudiera debatirse la situación actual tan pragmática e ignorante de los tópicos heredados por las izquierdas que tuvieron importantes personalidades como Hernán Laborde, Dionisio Encina, Vicente Lombardo Toledano, David Alfaro Siqueiros, Guillermo Rousset y Valentín Campa.

El Capítulo I empieza con el panorama de los cincuenta con sus “choques interclasistas” y el consiguiente “repunte del movimiento obrero”. Para los trabajadores americanos nacían esperanzas al constituirse en enero de l964 el Congreso Permanente de Unidad Sindical de los Trabajadores de América Latina auspiciado por las centrales obreras de Chile, Venezuela y Cuba. Marcó este hecho “el fin de la historia de Lombardo Toledano como dirigente sindical”.

El reordenamiento de los trabajadores del campo y la ciudad, orientó la reforma del Artículo 123 por el gobierno de López Mateos y del 27 por el de Miguel Alemán.

Organizaciones armadas respondieron desde la derecha y desde la izquierda. La primera dio lugar al levantamiento del 15 de septiembre de l961 en Veracruz, Puebla, Oaxaca, Coahuila y Guerrero. El general Celestino Gasca, surgido del gremio electricista para participar en la fundación de la Casa del Obrero Mundial y de los Batallones Rojos, fue dirigente principal con lugartenientes como Salvador Nava, Jorge Siegrist y el caído Ubaldino Gallegos. En 1962 y luego de la amplia difusión de la fotografía del abrazo conciliador con el presidente López Mateos, fue asesinado Rubén Jaramillo con sus dos hijas y su esposa embarazada y el 23 de septiembre de 1965, el asalto al Cuartel Madera en Chihuahua marcó la presencia guerrillera refundada por Arturo y Emilio Gámiz, Pablo Gómez, Oscar Sandoval y los sobrevivientes que organizaron en los setenta la Liga Comunista 23 de Septiembre.

El Primer Congreso Nacional por la Libertad de los Presos Sindicales y Políticos se realizó en junio de 1960 en la Escuela Nacional de Economía en Ciudad Universitaria. La revista Política publicó la convocatoria donde se afirmaba la suspensión de garantías por parte del gobierno.

Las ocupaciones militares, los asesinatos, secuestros, prisiones políticas, el cese de doce mil ferrocarrileros, de maestras y médicos disidentes, no impidieron el ascenso de las movilizaciones populares. Lázaro Cárdenas y Heriberto Jara alentaban a las izquierdas, mientras Miguel Alemán y los empresarios de Monterrey y Puebla, encabezaban a las derechas. Por su parte López Mateos ganó celebridad al declarar a su gobierno en julio de 1960, como de “extrema izquierda dentro de la Constitución”. A la par, Cuba fue expulsada de la OEA, de la Junta Interamericana de Defensa, Alianza para el Progreso y por supuesto de la Defensa contra la subversión comunista. El doctor Rivera describe la ambivalencia del estado mexicano y concreta las decisiones de Punta del este contra Cuba en un título de Política: “en Punta del Este: sonrojo, turbiedad y claudicaciones.”

De aquí que nacieran y crecieran dos organizaciones intelectuales de izquierda: el periódico El Espectador y el Circulo de Estudios Mexicanos. Antes de disputar por la línea política, la revista Política acogió sus escritos y su director Manuel Marcué Pardiñas los publicó con las firmas de Alonso Aguilar, Fernando Carmona, Jorge L. Tamayo, Enrique Cabrera, Eli de Gortari, Jorge Carrión, Mario Salazar Mallén, Alfonso Magallón, Guillermo Montaño, Manuel Mesa Andraca y le faltó al doctor Rivera mencionar a los brillantes universitarios recién desempacados de Europa, Víctor Flores Olea, Enrique González Pedrero, el cosmopolita Carlos Fuentes y uno que otro tránsfuga del espartaquismo como Eduardo Lizalde. El grupo El Espectador aportaba un marxismo postalinista con gran acogida en la izquierda universitaria. El grupo mantuvo una línea de oposición no tan radical como para rechazar un desayuno con el Secretario de Gobernación, Gustavo Díaz Ordaz, el 11 de junio de 1960.

Los partidos hacían su trabajo: el PRI su mantenimiento del poder a toda costa y el Partido Popular Socialista, que añadió este último calificativo en 1960, declaraba su lucha “porque se establezca un gobierno integrado por todos los sectores democráticos y patrióticos como instrumentos de la democracia del pueblo y dirigido por su clase obrera, como paso transitorio para la instauración del régimen socialista en México.” El Partido Comunista Mexicano pasaba por conflictos entre su dirección y las bases. El libro cita un documento del XII Congreso Ordinario donde se dice: “en vez de persuadir, solicitar consideradamente a los camaradas, se les reprime, amedrenta, se recurre a las medidas organizativas, se exageran sus errores y defectos, se inventan historias y se destruye, en resumen, a los cuadros”. Arnoldo Martínez Verdugo es citado cuando opinó de la dirección de Dionisio Encina su “pasividad política, la resistencia a la lucha, la confusión y las violaciones a las normas leninistas de la vida interna del partido”. De aquí que en la Célula Carlos Marx, el doctor Rivera argumentara la tesis de la inexistencia histórica del PCM al no corresponder a las necesidades de la clase obrera.

Todo lo anterior obligaba a la puesta en crisis de la Revolución Mexicana. El XIII Congreso decidió la revolución democrática de liberación nacional y puso en crisis relativa el concepto de burguesía nacional por aquello de suponer, como se había dado en las discusiones entre marxistas en la fundación del Partido Popular en 1947, la necesidad del frente amplio, la alianza con una supuesta burguesía nacionalista y el repudio al imperialismo como tendencia exterior, gringa en especial.

El XIII Congreso nombró a Siqueiros, Rivera y Guillermo Rousset para impulsar la lucha por la libertad de los presos políticos. De aquí el Primer Congreso Nacional al respecto cuyas resoluciones cayeron en el abismo de la demagogia del gobierno de extrema izquierda dentro de la Constitución que desató todos los oportunismos y justificó el terror a la movilización popular radical. La famosa Declaración de Guaymas de López Mateos recibió la repulsa de Siqueiros al declarar públicamente que el gobierno era de extrema derecha. La reprobación de la Comisión Política del PCM fue inmediata afirmando los “fuertes intereses nacionales” de la gran burguesía mexicana impulsora del capitalismo de estado. Unas semanas después y luego de una gira por Cuba y Sudamérica donde explicó la demagogia de López Mateos, días antes de que ésta llegara por ahí, Siqueiros fue capturado para pasar su más larga estancia en la cárcel de 1960 a 1964.

Obviamente, quedaba fuera de la discusión de la izquierda cardenista y reformista la toma del poder y por supuesto la dictadura del proletariado, a cambio de argumentar la defensa de la Revolución Cubana a partir de tradiciones de defensa de la soberanía nacional enarboladas por el gobierno de México. La cosa era del orden que hace repetir ahora a Tomás Mojarro la urgencia de dejar de rogarle al cacomixtle que no coma gallinas y se vuelva vegetariano. Entonces se optó por convencerlo de que cambiara su esencia y su instinto.

El libro menciona las condenas a la Declaración de Guaymas de la ultraderecha agrupada en el PAN y la Unión Sinarquista y el matiz de Víctor Rico Galán a quien considera trotskizante al afirmar que “el socialismo no es una opción, sino la salida única” lo cual no quitaba a López Mateos su calidad de encabezar “el ala izquierda de su propio gobierno”, de aquí que habría que apoyarlo.

Todo culmina en la fundación del Movimiento de Liberación Nacional como respuesta al llamamiento a la Conferencia Latinoamericana por la Soberanía Nacional, la Emancipación Económica y la Paz, suscrito por Lázaro Cárdenas, el diputado Domingo Vellasco de Brasil y Alberto T. Casella de Argentina. Llamose esta reunión de Nuestra América como obvia referencia a José Martí para distinguir la región de los proyectos panamericanistas yanquis. Diez mil asistentes que llenaron la Arena México escucharon las participaciones de representantes sindicales y campesinos de diversos países americanos con delegados del MIR de Venezuela, del Partido Socialista de Ecuador, del PCM, del Círculo de Estudios Mexicanos y del Frente Nacional de Artes Plásticas. Los intelectuales solidarios fueron de tan diversa índole como Siqueiros, Carlos Fuentes, González Pedrero, Juan José Arreola, Fernando Benítez, Víctor Flores Olea y Víctor Rico Galán. Hubo saludos de Jrushov, Chou En Lai y Vilma Espín estuvo por Cuba.

Rápido replicó una Convención Nacional Anticomunista del Partido Nacional Anticomunista, membrete de periodistas de ultraderecha como Carlos Denegri, Aldo Baroni, Bernardo Ponce y Rene Capistrán Garza. Buena Prensa la editorial oficial de la Iglesia Católica, acompañó al PAN con una campaña guiada por la consigna ¡Cristo sí, comunismo no!. Nada de esto impidió la formación en mayo de 1961 del Comité Provisional por la Soberanía Nacional y la Emancipación Económica de donde nació la Asamblea Nacional Interna y de ahí el Movimiento de Liberación Nacional con una dirección de 29 miembros de los cuales 16 eran del Círculo de Estudios Mexicanos, seis del PCM, dos del PPS, dos del POCM y el resto, personalidades progresistas. La hegemonía cardenista quedó así garantizada. Rápido corrió el rumor de la formación de un partido político con una nueva unidad de la izquierda. En mayo de 1962 las revistas Nueva Epoca y Política informaron de las primeras expulsiones donde figuraron importantes dirigentes del Comité del D.F. del PCM como Mario Rivera y Guillermo Rousset y algunos espartaquistas como Martín Reyes, todos ellos opuestos al fetichismo del estado y la consiguiente línea negociadora. Al mes siguiente, el PPS se escindió por no encontrar lugar para la clase obrera en un movimiento de la pequeña burguesía urbana y rural. La revista POLITICA publicó artículos contra Lombardo reivindicando al Movimiento como tal, distinto a los partidos. En agosto de 1962, al inaugurar una presa en Cupatitzio, todo esto pareció resuelto con el discurso de Lázaro Cárdenas al lado de López Mateos y Ruiz Continez. Seguirían a esto, alianzas diversas y debates económicos y políticos para preparar la participación electoral en 1964. Como suele ocurrir, esto acentuó las diferencias. El asesinato de Jaramillo y su familia determinó el abstencionismo del Partido Agrario-obrero Morelense como parte de la discusión. Nuevos miembros fueron incorporados al Comité Nacional mientras el PPS proclamaba a Díaz Ordaz “un hombre de gran honestidad, liberal avanzado, progresista, de una vida ejemplar y convencido de que hay que acelerar la obra del Lic. Adolfo López Mateos”. Las izquierdas parecían, dice el doctor Rivera, un “festín de hienas” en el que Cárdenas llamó a Díaz Ordaz en la Cuenca del Balsas, territorio cardenista, “un nuevo promotor del adelanto cívico y social de México. De la propuesta del MLN de impulsar un programa y no una persona, quedaba casi nada.

Los intelectuales se retiraron de Política calificando a su director Marcué Pardiñas de terrorista por atribuirse la representación del proletariado y ciertamente consiguieron atenuar las críticas de Marcué a Díaz Ordaz. No detuvo esto el hilo de renuncias encabezadas por quienes fundarían la revista Estrategia: Aguilar, Carmona, Carrión, Aguirre.

Mario Rivera hace ver una especie de resurrección no explícita de los resolutivos del VI Congreso de la Internacional Comunista de 1928 sobre las colonias donde habría que aliarse a la burguesía nacional y antiimperialista. La Primera Declaración de La Habana de 1960 aportaría un “latinoamericanismo libertario, martiano y juarista” radicalizado por el socialismo como propuesta a la invasión derrotada en Playa Girón para dar lugar a la Segunda Declaración de febrero de 1965. “Crear dos, tres, muchos Vietnam” proclamaba el Che y las izquierdas buscaban como armonizar estas contradicciones.

La captura de David es el título del capítulo II donde se narra el secuestro policíaco de David Alfaro Siqueiros con todo su prestigio revolucionario, su lugar en la Comisión Política del PCM y en la dirigencia del Comité por la libertad de los Presos Políticos y su participación en los movimientos ferrocarrilero, magisterial y médico. El PCM tuvo que protestar por el secuestro de Siqueiros y Filomeno Mata, víctimas del ilegal delito de disolución social. 25 años de cárcel propuso como condena la Quinta Corte Penal luego de un juicio donde Siqueiros y Mata brillaron y dieron lugar a su publicación en La Trácala y en Historia de una Insidia editados por Arte Público, la editorial activada por Siqueiros y su compañera Angélica Arenal, cada vez que era necesario. El Comité por los Presos fue absorbido por el MLN y las diferencias se profundizaron. Creció la campaña internacionalista hasta que el 13 de julio de 1964, Siqueiros quedó libre. No anota Mario Rivera que esto ocurrió por indulto presidencial en reconocimiento a sus aportaciones a la Revolución Mexicana. Los demás presos quedaron como tales.

El capítulo III es sobre el V Pleno del Comité Central del PCM donde se inició el juicio contra la disidencia. La formación de grupos dejó fuera a Rousset y Rivera hasta determinar su expulsión. Mario Rivera hace públicos documentos fundamentales para entender lo que pasó: el informe de Edelmiro Maldonado calificando de izquierdistas a los enjuiciados sin dejar de admitir que el gobierno mexicano “tiene su corazón en Washington” como afirmaba el Partido Comunista de Uruguay. “Gran burguesía conciliadora” con el imperialismo yanqui era la caracterización de Maldonado. “Un poderoso movimiento de frente democrático nacional” resultaba la necesidad política impedida por los enjuiciados. Más leña al fuego echó J. Encarnación Pérez Gaitán, en medio de la manipulación de las votaciones para orientarlas a favor de las propuestas de los dirigentes Martínez Verdugo y Manuel Terrazas que cuando se sentían débiles, llamaban a la unidad y vencían al fin. Rousset empezó a cargar pistola en previsión de lo peor y con ella en el portafolio, leyó el Informe de la mayoría del Comité del D.F. transcrito en el libro reivindicando el derecho a la crítica y recordando la historia de Iskra donde se dio la lucha entre bolcheviques y mencheviques. Siqueiros participó con una carta desde la cárcel para repudiar “la unidad a toda costa” y pedía “la continuación de la discusión” como “miembro disciplinado del Partido” ciertamente escamado por anteriores disidencias como la de 1930 cuando fue calificado de indisciplinado y por supuesto, izquierdista .

Transcribe el libro otras intervenciones tanto de personajes comunistas como de células, da a conocer el Informe secreto y concluye con elocuente subtítulo: “el frío que hace en el exterior de la iglesia”, todo en medio de persecución policíaca con el viejo recurso de la infiltración e intimidación. Siqueiros quedó contento en la cárcel, Rivera, Rousset y Carlos Félix fueron expulsados y el doctor y su compañera Carlota Guzmán regresaron al Partido como Célula 26 de julio en 1978 para otra vez salir del PCM en 1981.

El Capítulo V es el Epílogo sobre la liquidación del PCM y otros agrupamientos políticos. Cita el doctor a Manuel Aguilar Mora, trotskysta histórico, quien afirmó en 1976 desde el PRT, también desaparecido, respecto al ascenso del eurocomunismo: “es mentira que los comunistas estén rompiendo con el stalinismo y se estén yendo al marxismo real. En realidad, al romper con el stalinismo, están rompiendo con el leninismo”. Por su parte, Martínez Verdugo afirmaba “con la desaparición del PCM damos un paso audaz contra el dogmatismo” y hasta Fidel Castro dijo en entrevista con Julio Scherer en 1981: “si el PCM estuvo dispuesto para unirse orgánicamente a otras fuerzas de izquierda, el paso es positivo. Soy contrario a las capillitas y enemigo del sectarismo”.

En 1981, el PCM se extinguió ante notario con acta firmada por Valentin Campa y ante los elogios del testigo Enrico Berlinger del Partido Comunista Italiano también desaparecido. Siguió el PSUM en 1987 y luego el PMS para integrarse en 1989 al PRD. Ya habían sido expulsados los implacables jueces Maldonado, Camilo Chávez y Samuel González antes que Terrazas y Fernando Cortéz. Los unos por prochinos y los otros por prosoviéticos. Quedaron los autodenominados sensatos ingenuamente dispuestos a negociar por puestos de elección popular con el reconocimiento del estado mexicano.

La autocrítica y las “puntualizaciones necesarias” de Mario Rivera anteceden al Capítulo VI de Conclusiones sobre la discusión nunca terminada sobre la unidad de las izquierdas, la liberación nacional, la lucha antiimperialista y el estado mexicano. Advierte Mario Rivera la promesa incumplida de autocriticarse de Martínez Verdugo cuando fue secuestrado por el PROCUP-PDPLP en 1985 para obligarlo a rendir cuentas del dinero del “Fondo de Guerra” jamás entregado por Arturo Martínez Nateras a Lucio Cabañas. Extraña también el silencio de Siqueiros respecto al MLN y reivindica al fin la lucha contra el reformismo del Comité Central del PCM de las células Carlos Marx, Román Guerra Montemayor (el ferrocarrilero asesinado en Monterrey), Laennec, Krupskaia y el Comité del D.F. entre 1960 y 1962.

Ahora, con las izquierdas dispersas, con el PRD dividido y reducido a cuestiones electorales, ¿no sería bueno actualizar la caracterización del estado, de la fase histórica, de los partidos con registro oficial y del lugar de los trabajadores del campo y la ciudad frente a una burguesía reductora de la nación y la Patria a sus intereses globalizadores?. ¿Hay burguesía nacionalista?, ¿Frente amplio con quién y para qué?. De no responderse estas preguntas, la historia resulta inútil ante la evidencia de que el cacomixtle no se volverá vegetariano.

La amistad de Juan José Arreola y Guillermo Rousset Banda



Hay un hecho que quiero dejar registrado: durante mi viaje a México, cuando volvi a trabajar con el señor Galindo en el Banco del Comercio, y que pensé quedarme a radicar por más tiempo, al único que seguí tratando fue a Armando Ramírez. Creo que fue este año cuando él me presentó, una tarde que pasé a saludarlo a su casa, a un adolescente rubio y delgado, de finas facciones, que de manera nerviosa estaba haciendo una especie de inventario de la biblioteca de mi amigo, quien desde su asiento le daba órdenes y lo trataba con cierta dureza, al grado que llegó a decirle: "Deje usted ese libro en su sitio, si no quiere que le dé a la vara". La relación entre ellos era extraña, en tanto que aquel joven insistía en comprarle a Armando unos libros que éste no quería venderle. Parecía que el joven erar un bibliómano experto en ediciones agotadas. Los dos se habían conocido en el medio de las librerías de viejo, de las que yo era adicto comprador. Si mal no recuerdo, ese joven era Guillermo Rousset Banda.

Con Guillermo mantuve una bella y complicada amistad, tan sólo interrumpida por el tiempo, y finalmente, por su muerte acaecida en 1997. Fue uno de los lectores más profundos y fieles de mi obra. Su trabajo como traductor y editor de poetas importantes como Rilke y Pound, no ha sido apreciado. Me hubiera gustado verlo antes de que partiera, para entregarle unos mensajes para el más allá, un poco para advertirle de mi llegada.

...

A propósito de libros y lecturas, Juan Rulfo, cuando veía un buen libro, compraba dos ejemplares. Sobre todo cuando viajaba a México, luego al llegar a Guadalajara nos invitaba a su oficina y abría la maleta, y venga a vender y a cambiar libros. Cuando me fui a París, les vendí parte de mis libros a Juan y a Antonio. Esta práctica la seguimos por muchos años, luego apareció Guillermo Rousset Banda, quien llegó a vendernos libros a El Colegio de México y al Fondo de Cultura. Don Alfonso Reyes era uno de sus clientes y Guillermo lo provocaba vendiéndole las primeras ediciones de sus libros que don Alfonso creía ya agotadas y sumamente raras. Guillermo le llegó a decir: "Lo quiere con dedicatoria o sin dedicatoria". Hasta que un día don Alfonso explotó y le prohibió la entrada a sus oficina de El Colegio de México.



Extracto de El último juglar, Memorias de Juan José Arreola, Orso Arreola, Editorial Diana, 1998.

lunes, 19 de abril de 2010

Familia Rousset: proceres de la revolución mexicana


En una lucha armada, existen muchos colaboradores que arriesgan sus vidas en pro de una causa que en su criterio es la conveniente o justa, exacerbando trabajos con tesón y ahínco. En la denominada REVOLUCIÓN MEXICANA fueron un sinfín de personajes los que hilvanaron todo el complicado proceso de tan cruenta lucha armada, a muchos no se les reconoció en justa medida, ejemplo claro; Doña CARMEN SERDÁN a quien se le asigno una irrisoria pensión y un trabajo muy poco remunerado.

Otra familia que contribuyó con férrea voluntad por una causa fueron los hermanos ROUSSET: ANTONIO, BENITO Y GUILLERMO.

Sin duda en sentido cronológico o como lo acotan los especialistas, la figura Maderista incentivó en gran manera la formación de comités o clubes que fueron resultando de reuniones clandestinas, en su inicio con muy pocos miembros, los que propalaron las ideas antirreleccionistas y contra la opresión Gubernamental. Crecieron “LUZ Y PROGRESO” por el señor Serdán, “Ignacio Zaragoza” por Díaz Durán, “Libertad y Progreso” por Rosete, además de los que se concibieron en Atlixco y poblados aledaños, algunos albergaban a miembros del partido liberal mexicano.

En el grupo de Serdán trabajaron como activistas los hermanos ROUSSET, discrepando con posterioridad con la idiosincrasia del mismo, internándose en una estructura que difirió completamente con el grupo de SERDAN, el central antirreleccionista del Estado de Puebla (ALDECO ARENAS). En la Ciudad se vivían tiempos difíciles de represión, la vigilancia constante del General Mucio Martínez, la historia que es ya muy contada, toma un matiz en ese momento de unidad envuelta en miedos y cuidado. En septiembre de 1909 fue encarcelado Aquiles Serdán en San Juan de Dios que hacia las veces de penitenciaria, sus correligionarios demostraron gran indignación, pero quienes en realidad abogaron por su compañero de lucha fueron los hermanos ROUSSET MONTOYA, apelaron a sus amistades para obtener la libertad de SERDAN, el entonces Abogado Felipe T. Contreras los apoyo con la moción de respaldo de Don Francisco Beistegui, respetable jurisconsulto, los ROUSSET temían por la vida de SERDAN, el Abogado tomo la defensa imponiendo como condición inamovible que SERDAN abandonara completamente “su incongruente lucha”, las pláticas de los ROUSSET con SERDAN se tornaron antagónicas y difíciles, al fin con gran disgusto Aquiles Serdán aceptó la propuesta, con la entendida estrategia.

Al obtener la inmediata libertad abandonó Puebla dirigiéndose a San Antonio, Texas para reunirse con los miembros de la Junta Revolucionaria, “Migrantes Políticos”. Una fuerza regeneró el grupo y con trabajo se logró editar periódicos de manufactura extranjera que se repartían en todo el país alentando a la causa, la visita de Madero arengó a los ROUSSET, con un histórico telegrama enviado por SERDAN de fecha siete de octubre de mil novecientos diez.

Al arribo de los SERDAN a ésta Angelópolis, el movimiento fortalecido, fue blanco de la mirada del jefe de la policía poblana, quien no perdía de vista a los coludidos en el supuesto movimiento.

El 16 de noviembre ingresaron abruptamente las fuerzas del bando de policía a la casa de los hermanos ROUSSET con prepotencia y agresividad destrozaron puertas, arruinaron muebles y golpearon a miembros de la familia en la búsqueda del armamento, los ROUSSET tuvieron un enfrentamiento arriesgando su vida pues fueron encañonados por los agentes, días antes habían retirado las 500 armas de su casa habitación, gracias “A un soplido callejero” que les alertó de la intención del cateo. El acarreo lo hicieron con discreción las señoritas AUREA SAN MARTÍN, TERESA R. ROUSSET , TERESA DE LARA, y la valiente doña CARMEN SERDÁN, quienes exageraron en sus vestimentas escondiendo entre ellas el armamento, calibre 38 y 44, trasladándolo al inmueble marcado en el numero 4 de la calle de Santa Clara, en un soberbio alarde de carácter y valentía, la historia subsecuente es bien sabida y relatada en especial en esta Puebla Ciudad de los Ángeles.

Los hermanos Rousset Montoya descendientes de Franceses tenían un estudio fotográfico, Antonio nació en 1880, Benito en 1878, era viudo y se dedicó a la agricultura, ambos estaban domiciliados en el número 2105 de la Avenida Reforma, sus vidas transcurrieron con muchas vicisitudes, arriesgando sus vidas en varias ocasiones. Con avatares se asentaron en la antigua calle Sola actualmente 9 Poniente, en donde fallecieron, olvidados en el polvo de la ignorancia histórica. Un sobrino hijo de su hermano Guillermo, fue el afamado escritor GUILLERMO ANTONIO ROUSSET BANDA, su madre era Doña GUADALUPE BANDA GOMEZ, sirva este sencillo relato para exaltar el también heroico comportamiento de estos hermanos, personajes poco conocidos y mencionados que ayudaron a la ilustre pléyade de poblanos en la lucha libertaria.

A iniciativa de un servidor y con los permisos correspondientes colocaremos una placa alusiva a la trayectoria de los hermanos ROUSSET próceres de la Revolución Mexicana.

Guillermo Rousset Montoya (a la extrema derecha) 
y Benito Rousset en 1910  con miembros de
la junta revolucionaria en San Antonio, Texas

Familia Rousset: proceres de la revolución mexicana por Aldo Roberto Rivero Pastor.

sábado, 17 de abril de 2010

Taller poético: la poesía moderna


El dolor de las cinco vocales, Cesar Vallejo.

Ves
Lo
Que
Es.

Pues
Yo
Ya
No.

La
Cruz
Da
Luz
Sin
Fin.

La intención de la poesía en verso en materia de contenido consiste en expresar las emociones y los sentimientos con el fin de reproducir en el oyente efectos de carácter similar. En cuanto a la forma, la intención consiste en la configuración y la exposición eufónicas y eurítmicas apropiadas al tema.

La poesía en verso de carácter excepcional en el caso del Primer Sueño de Sor Juana Inés de la Cruz (Siglo XVI barroco) constituye una tendencia importante de la poesía moderna y actual (postmodernidad) a partir de Mallarmé porque ya no discurre con la secuencia propia de la lógica formal, a saber, el orden esperado, sino de la dialéctica de la subjetividad, es decir, la sorpresa y la implicación entre cada uno de los términos. La predominancia del curso subjetivo en tal tendencia supone tal vez el último grado de desarrollo del romanticismo ya que como lo señalaba Hegel, la subjetividad es la base del arte romántico.

La poesía moderna rechaza la primera intención. La alusión, el eclipse, en fin, los recursos de subtilización con los cuales se desarrollan el proceso de re-creación provocan una argumentación de la participación del oyente, obligado a poner más atención y forzado a descifrar.


Papiro, Erza Pound

Primavera…
Tan larga…
Gongula…

En la poesía de Saint-John Perse (1887-1975), en especial, en Anábasis, 1924, existe una abundancia de sus gustos personales, de sus preocupaciones y de sus imágenes preferidas. La cuestión central planteada es la de las relaciones de índole insólita pero que sin embargo no parecen arbitrarias. Lo que pareciera inconcebible parece indiscutible. La relación misma, aunque sorprenda, satisface. Aparece una unión de cosas insólitas que podemos separar. En la prosa de Saint-John Perse, existe una abundancia de las rimas que proporciona cierta solidez, muy distinta al del verso libre.

Cadencia, asonancia, consonancia, aliteración, rima, entrelazamiento de vocales, elemento rítmico reiterado y ruptura, simetría prosódica: el poema se dirige ante todo al oído, después a la imaginación. Existe un paralelismo sonoro y una simetría de las formulas.

El arte en general y la poesía en verso en particular apelan el oyente al sentir y a los sentimientos más que a la comprensión. De hecho, no se trata de intelección sino de la apreciación de los valores sensibles.

La poesía actual en verso tiene nuevos modos de formación, bien se trate del sentir o del decir. Respecto de la imaginación, existen imágenes internas y externas que se refieren a todos los sentidos.

El poema en prosa se caracteriza por su flexibilidad tanto al nivel de la forma como del contenido. En la prosa, en materia de contenido, desde el realismo descriptivo de Gabriel Miró hasta la simple sucesión de metáforas e imágenes como en algunas obras de Gabriel García Márquez o como en la extrema subjetividad de las Iluminaciones de Rimbaud.


 
Gabriel Miró (1879-1930) es el más grande estilista de la lengua castellana del siglo XX junto con Manuel Azaña (1880-1940) en el Jardín de los frailes. Miró es el supremo artífice de la sensación, el gran lírico de la lengua castellana. Sus narraciones son verdaderas estampas líricas. Miró ve los personajes y la acción a través del paisaje. Escribe con tiempos lentos. La dificultad de su lectura reside en la excesiva calidad, el exceso de subjetividad y claro en la variedad del campo léxico. Sus personajes se fundan en el paisajismo. Se trata de recuerdos a través de la sensación. En este sentido y en su versatilidad sintáctica, es análogo a Proust. Miró maneja todos los modos de la prosa. Se encuentra una gran unidad en su prosa hermética. También encontramos en Miró el sentimentalismo y el erotismo romántico y decadente. Miró es de la misma generación de Ortega y Gasset, la de 1918 que se distingue por una técnica minuciosa y lenta en el interior de un purismo estético, como bien se puede observar en sus obras: Del vivir corpus, Las cerezas del cementerio, El obispo leproso, Figuras de la pasión del Señor.

Jules Renard (1864-1910) es uno de los más grandes prosistas de la lengua francesa. Es uno de los escritores más concisos. Es difícil determinar el estilo de su obra: poema de un solo verso o poema en prosa de una sola línea. Su obra se desarrolla durante el simbolismo al cual no adhiere. Fue un excéntrico y no creó escuela: es un solitario de la literatura. No se trata de aforismos ya que remiten a imagenes y no a conceptos (greguerías según Borges).


 
Se entiende por modernismo (Europa y Estados Unidos) el periodo literario que para algunos es de 1890 a 1930 y que para otros es de 1886 hasta 1960, iniciando con el verso libre francés de Jules Laforgue (1860-1897) y Gustave Kahn (1859-1936) con predecesores como Rimbaud en Marine y Mouvement y William Blake. El modernismo se termina con la disolución de las vanguardias, es decir, los poetas beatniks y la poesía concreta. ¿Qué comprende el concepto de modernismo? Para empezar, implica el rechazo del parnaso por el simbolismo, el Art Nouveau y el impresionismo, el post impresionismo y el inicio de las vanguardias como el cubismo y el futurismo italiano y ruso, el expresionismo, el dadaísmo y comprende un largo periodo del surrealismo y otras corrientes ulteriores, el constructivismo ruso para llegar a los beatniks y la poesía concreta y la disolución de las formas.

La postmodernidad es una reacción contra la disolución de las formas (Ezra Pound, El arte de la poesía, 1945). La vanguardia en México se ilustra con la obra de José Juan Tablada (1871-1945)

La luna, José Juan Tablada

Es mar la noche negra;
la nube es una concha;
la luna es una perla...

El fenómeno del modernismo tiene una relación con el ciclo económico de ascensión y por ello, podemos percibir un cierto optimismo, una valoración de la vida, el descubrimiento de aspectos vitales que no se dieron antes.

La poesía en verso premoderna excluyó de su temática numerosos temas léxicos considerados como apoéticos y ciertas formas de expresión mientras la poesía moderna y actual tiene el gran merito de tocar cualquier tema. "Nada humano me es ajeno" decía Hegel, esta frase podría ser la divisa del arte. Hegel, aquí se refiere al contenido, pero se debe aplicar a la forma: ninguna forma me es extraña.

El modernismo innova las formas hasta tal punto de cambiar el curso del sentido literario de las lenguas. La poesía inglesa o americana no es la misma antes y después de Pound y la prosa después de Joyce. La alemana antes y después de Rilke, la castellana antes y después de Darío, Díaz Mirón, Neruda y García Lorca, la rusa antes y después de Jlebnikov y Mayakovsky, líder del movimiento futurista, la italiana antes y después de Ungaretti y Marinetti para la temática, la francesa antes y después de Malherbe, poeta lírico clásico quien fundó teorías sobre la poesía, Laforgue y Kahn. Los cambios fundamentales se han producido durante el modernismo.

Nuestra época es la de la miniatura. La perfección es más fácil de alcanzar en la miniatura que en la poesía larga. Estamos en la época agónica del arte. La poesía nació con la épica y la épica ha muerto.

Taller poético, didactado por Guillermo Rousset Banda.

jueves, 15 de abril de 2010

Lección de ajedrez por Juan Jose Arreola




Entrevista por Vicente Leñero publicada en Revista de Revistas, 1972

El repetido jaqueo amenaza con volverse continuo:
-¿Interesa más a Arreola el ajedrez que la literatura?
-Claro que sí. Yo he dejado de escribir un texto, incluso he abandonado una cita amorosa por jugar ajedrez con Luis Antonio Camargo, con Luis Lizalde, con los amigos con los que tengo una confrontación que hacer, como decimos vulgarmente. Pero con nadie ha resultado más trágica mi experiencia ajedrecística que con Guillermo Rousset. Lo conocí cuando él tenía quince años, y durante diez, ¡durante diez años de mi vida!, me ganó al ajedrez. Guillermo me humilló, incluso me obligó a jugar de apuesta porque él era un jugador coyote.
-¿De a cómo apostaban?
-Como yo no tenía dinero, apostábamos libros.
Arreola se restablece. Un cambio de damas aleja el peligro. Sacrifica un peón, regala un caballo y enfila peligrosamente la torre que el oponente no valora a tiempo.



martes, 13 de abril de 2010

Obras de Guillermo Rousset Banda



Guillermo Rousset Banda, Posiciones sobre la forma poética en verso, (postumo) Centro Universitario Londres/UACJ, 1998.

René Char, Elogio de una sospechosa, Traducción Guillermo Rousset Banda, Philippe Chéron, Lince, 1997

Rilke, Requiem para una amiga. Versión parafrástica de Petra Schbage y Guillermo Rousset Banda. Colección Anfisbena, Editorial Nautilium, México, 1994

Ezra Pound, Cantos prohibidos y excluidos, Traducción Guillermo Rousset Banda, Bibliofilía mexicana, 1993

Sitakant Mahapatra, La muerte de Krishna, Traducción Guillermo Rousset Banda, Editor Lince editores, 1993

Guillermo Rousset Banda, Norma Wanless, Iliana Godoy, Ancestralidades Oaxaca, Ilustrado por Raúl Herrera, Editor Lince Editores, 1992

Guillermo Rousset Banda, La teoría y el método de la historicidad de Bulnes en Francisco Bulnes, Rectificaciones y Aclaraciones a las Memorias del General Díaz, 1992

Jacques Prévert, Revoltijo, Traducción Guillermo Rousset Banda, Editor Departamento Editorial, Universidad Autónoma de Zacatecas, 1990

Guadalupe Elizalde, Guillermo Rousset Banda, Sinestesia, Colección de arte, Editor Claves Latinoamericanas, 1989

René Char, Inmediaciones de Van Gogh, Traducción Guillermo Rousset Banda, Philippe Chéron, Lince, 1989

Enrique González Rojo, Jaime Labastida, Guillermo Rousset Banda, Obra completa: verso y prosa, Editor Domés, 1987

Porfirio Barba Jacob, Obra poética, Traducción Guillermo Rousset Banda, 1987

René Maria Rilke, Poemas franceses, Traducción Guillermo Rousset Banda, Punto por Punto, 1986

Paul Claudel, Miniaturas, Traducción Guillermo Rousset Banda, El Tucán de Virginia, 1986

David Alfaro Siqueiros, Guillermo Rousset Banda, Dibujos lineales en estilo Art Nouveau, Editor Editorial Libros de México, 1984

Guillermo Rousset Banda, Extraños, Editor Ediciones Papeles Privados, 1982

Ezra Pound, Personae, Traducción Guillermo Rousset Banda, Editor Editorial Domés, 1981

Francois Malherbe, Poemas, Traducción Guillermo Rousset Banda, 1978

Bertolt Brecht, Los siete pecados capitales del pequeño burgues, Editorial X, 1964

Stéphane Mallarmé, Una negra, Traducción Guillermo Rousset Banda, 1960

George David Birknoff, Teoría matemática de la Estética, Traducción Guillermo Rousset, 1957

Guillermo Rousset Banda, Elena Cusi y la poema pura, 1956

Guillermo Rousset Banda, Un soneto, Editor Opus, 1955

Henry Mayer, Marx sobre Bakunin, un texto negligido, Traducción Guillermo Rousset Banda, sin fecha

Edward Gibbon, Decadencia y caída del Imperio Romano, Traducción Guillermo Rousset Banda, sin fecha.

lunes, 12 de abril de 2010

As time goes by... La Estatua de Sal sale del closet



Recuperación de un pasado reiteradamente vuelto ante nuestros ojos, La estatua de sal de Salvador Novo traza las líneas ocultas de la vida mexicana. José de la Colina señala que estas memorias son, acaso, la primera obra en nuestro medio en que la propia homosexualidad es recreada sin culpa. Con este texto, el autor de La tumba india da comienzo a su colaboración mensual con nosotros.

– 1 –

Hacia 1955 vivía yo en un cuarto rentado en su casa de la calle de Hamburgo por la viuda de Rousset, una señora de edad bíblica, muy pequeña, arrugada y blanca, disciplinada seguidora de una dieta de sólo jocoque, nueces, pasas y tés de manzanilla, inesperada lectora de Vargas Vila, cuyo andar de pasitos cortos era una misteriosa forma de la quietud, que se perdía en susurros largos y melodiosos y hablaba de un modo que yo encontraba poético; por ejemplo, decía para dar una idea de su edad: “Soy de antes del espanto” (¿la Revolución?), o “Eso fue cuando salió la olímpica ilusión” (¿el vals de 1888 y de Juventino Rosas?).

El apartamento, en un segundo piso, era de estilo moderno pero asfixiado por un profuso mobiliario “del porfiriato” siempre envuelto en grandes paños blancos. En la cocina la viuda criaba blancos gusanos productores de jocoque a los que hablaba con voz quedita y cariñosa para que se reprodujeran, cosa que los monstruitos blancos hacían con tal entusiasmo que ocupaban más y más recipientes y yo los imaginaba desbordándose un día a todas las habitaciones. En los delirios de mis noches insomnes (fue realmente una temporada difícil en muchos sentidos) creí más de una vez oír el rumor de aquella incesante explosión demográfica de los bichos; y en las mañanas, al asomarme a la ventana, veía en la acera de enfrente una librería de libros poco halladizos en otras partes, atendida por un refugiado español, anarquista y me parece que llamado (de veras) Hermoso Plaja. La librería tenía por nombre El gusano de luz. Y tantos gusanos reales o simbólicos, luminosos o blancos, y tanto no dormir, me creaban un ambiente de blanca pesadilla del que terminaría huyendo para recaer, rabicaído, en la madriguera familiar.

En casa de la viuda conocí y traté a su hijo Guillermo Rousset Banda, un asombroso erudito en historia y técnicas literarias, pero casi ágrafo, de quien mi memoria sólo archivaría la admirable primera cuarteta de un nihilista soneto publicado en plaquette de, creo, once ejemplares:

Pasar canijo, sotapuñetero,
Que sólo más espinas en el campo.
Menudas chingaderas hoy me zampo
Por fosca contraparte. Vivir huero.

Con Rousset colaboré en la corrección tipográfica de los poemas secretos de Salvador Novo.1 Y en esos días tuve noticias de La estatua de sal.

– 2 –

En aquel año Salvador Novo, en su casa de la calle de Coyoacán que hoy lleva su nombre, ofreció una cena a Rousset Banda, Antonio Castro Leal Jr., Armando Cámara, Florencio Sánchez Cámara, Raúl Kamffer, Armando Ramírez, Alfonso Alarcón y otros jóvenes admiradores suyos, recientes editores amateurs y refinados de sendas ediciones minoritarias de sus Poesías y de su “poesía secreta”.

Para evitar la mala suerte de los trece a la mesa se invitó además a un joven asturiano, exiliado de la guerra civil española, bohemio, aspirante a poeta maldito, llamado (de veras) Inocencio Burgos: un muchacho moreno aceitunado, de frente abombada, que canturreaba, sin técnica pero no sin gracia, coplas similiflamencas (“La niña de fuego / te llama la gente / por lo que tiés de putilla, / y lo que tiés de caliente”). Novo le encontró, además de la tendencia al “habla en difícil” (“Ahora estoy en la temática de lo grotesco, ante el planteamiento de…”, etc.), un “aire remoto de García Lorca”. Y como once años antes, según decires, Lorca y Novo reunidos por azar en Buenos Aires habrían tenido un breve pero intenso love affair que el mexicano trasvistió luego en el “Romance de Angelillo y Adela”, escrito por Novo; éste se pasó la velada echando ojeaditas tiernas al inocente Inocencio, quien, escandalizado, finalmente susurró al oído de Rousset: “¿Qué coño quiere de mí este tío?”, y Guillermo le susurró a su vez: “¿El coño, Inocencio? Más bien quiere de ti otra cosa”.

En la cena, que púdicamente narraría en una de sus “Cartas de ayer y hoy” de la revista Mañana,2 Novo, aparte de las tiernas miradas a Burgos, en quien veía sin duda a un Lorca de peor es nada, presentó un entero festival de sí mismo. No sólo deslumbró a los convidados con una minuta por él preparada o dirigida (old fashions, ensalada de mariscos, consomé, jamón holandés con fina guarnición, douceurs, café, coñac) y con su persona decorada de anillos, peluquín y gestos de dandy ceremonioso, sino además los apantalló con la lectura “confidencial” de fragmentos de sus Memorias, que, comenzadas a escribir en los años cuarenta, en su mejor momento de prosista, no tardarían en detenerse en la estatua de sal que les daba título. Burgos, atiborrado de coñac, se durmió en un sillón, y los demás, sentados al borde de la silla y encantados, atendieron a la lectura parcial de esa “obra secreta” del maestro, de la que Rousset me dejaría conocer unas páginas más o menos picantes en copias al carbón. Y acaso porque Novo me simpatizaba poco por su hostilidad al exilio español, al que yo todavía me esforzaba en seguir perteneciendo, olvidé esas páginas.

– 3 –

Ahora he leído en una noche La estatua de sal, la sabrosa autobiografía trunca de un hombre, príncipe de la anécdota y del epigrama, publicista solicitado, gozosamente venal y banal, que se jactaba de tener más vida que biografía (o, como él decía, una vida que, de ser escrita, “heriría las buenas costumbres”). El libro, casi seguramente la primera y no culposa manifestación de homosexualidad en las letras mexicanas, obra valiente para su tiempo y su circunstancia, se quedó inédito no por un hipotético respeto del autor a la decencia y el medio tono mexicanos, púdicas virtudes públicas que le dejaban frío, sino a causa de postergaciones, fracasos y contratiempos editoriales. En el documento y sagaz prólogo a la actual primera edición,3 Carlos Monsiváis ve muy bien “el caso Novo”. Ante una sociedad hipócrita y de una larga tradición en el escarnio y la represión moral y social de la sexualidad disidente, es decir, como diría Eliot, no polifiloprogenitiva, Novo se defendía y hasta atacaba con las poses dandísticas la sinuosa y guiñadora prosa, la ironía hacia todos y hacia sí mismo, el gran prestigio de cronista social e incluso político que lo volvía respetable y comercializable precisamente en los pisos superiores de esa sociedad. Además, respondía con un libro que, descontadas fantasías y complacencias, es esencialmente sincero. Un libro que, de ser publicado en aquellos tiempos aún no permisivos, hubiera sido un tranquilo acto de valentía, y en principio lo es.

Porque escribir un libro “de confesiones de homosexual”, y proponerse publicarlo, como lo intentó México en los años sesenta (años en los cuales, cuenta Monsiváis, aún podía dejar estupefactos a los posibles editores, los no mojigatos Emmanuel Carballo y Rafael Giménez Siles), supone una osadía rara en el medio: Pellicer y Villaurrutia, por nombrar grandes poetas también homosexuales, han dejado confesiones entre líneas o disfrazadas, por lo demás a veces angustiadas o vergonzantes, pero no dejaron un libro que afirmara la diferencia asumida claramente y sin desgarrarse las vestiduras. Novo, en apariencia el más frívolo de los Contemporáneos, sí quiso hacerlo. Y en gran parte lo hizo en esos dos centenares de páginas que son su busca del tiempo pasado, de la sal que había sido estatua, de la estatua que había sido un soñado efebo, del efebo que se echó a perder. ~

_____

1 Como pago de mi colaboración Rousset me dio un juego de segundas pruebas corregidas de mano del autor. Años después, para poder vender esas páginas hológrafas a un bibliófilo, Rousset mismo, durante una visita a mi casa, las recuperó con experta mano, más rápida que mi incauto ojo.



2 Recogida en Salvador Novo, La vida en México en el periodo presidencial de Adolfo Ruiz Cortines, t. II, pp. 168-170.



3 Salvador Novo, La estatua de sal, pról. Carlos Monsiváis, México, CNCA ("Memorias mexicanas"), 1998, 148 pp.


José de la Colina, 1999


domingo, 11 de abril de 2010

En Ítaca, Penélope (Memorias del niño divino)

Como Godot, Guillermo Rousset nunca llegó –o más bien, llegó tarde para avisar que no llegaba, y se fue. Lo esperaban mis padres una noche. Sobre la mesa del comedor había viandas y alcohol, platos y vasos. Un hijo muy enfermo era la razón. Rousset era el dios tutelar de todas las enfermedades del alma y una leyenda en la familia y entre los conocidos. No recuerdo las cifras, de cualquier manera impresionantes, y a saber si verídicas: ocho o diez o doce matrimonios. Decía mi padre, divertidísimo: eso es lo de menos; lo que pasa es que Guillermo cada vez que se divorcia, cambia de casa y cambia de empleo. Vaya tipo. Comunista que entraba y salía del partido, un día mató a un hombre. Unos dicen que el muerto era policía; otros, que mató por celos. Huyó a Francia y luego a Argelia. Allá mató a otro hombre. Huyó. Regresó a México, a mediados de la década de 1970, cuando faltaban meses para que prescribiera el delito del primer homicidio. Lo encerraron. Salió y fundó una editorial. Dicen que organizó un partido pro-albanés y otro pro-coreano. Mucho tiempo después, a saber por qué, me invitó a su casa para hablar de Francisco Bulnes (quien lo obsesionaba casi tanto como Ezra Pound). Tocamos este tema y aquel, y repentinamente empezó a enfurecerse con una mujer ausente. Armando Cámara me mira a los ojos y me dice sin emoción: ya vete. Me fui. Vaya tipo.

Por Ariel Rodriguez Kuri

Los Alarifes del Fuego

Capítulo I
Las artes insensibles

Entré en contacto con la Hermandad de los alarifes del fuego, porque consideraron digno de toda atención el alebrije en bronce de Axotla. Les pareció revelador del dominio magistral de las fulguraciones. La Hermandad decidió investigar porque tal maestría no es un hecho fortuito, requiere una ahincada tradición y un mundo imaginario que involucre las llamas en su más sutil composición. Las deliberaciones de la Hermandad parecen un hecho fortuito pero son, en verdad, dictámenes. Su tradición inmemorial no le resta construir su mundo contemporaneo.

La Hermandad permite un acceso gradual a este mundo casi incomprensible porque nuestra aproximación como seres humanos al fuego es controversial. De pronto no permiten la aproximación a los sitios donde la Hermandad se reune o reposa, donde gesta su historia actual y registra los antecedentes decisorios. La Hermandad reconoce sus defectos potenciales y los vigila porque el celo de algunos adictos se excede y precipita sin el dominio necesario sucesos cruentos cuando la atmósfera ignea se desborda. La Hermandad obstruye los fuegos fatuos y propaga su pensamiento: el fuego filosofal.

El actual Eremita, creció con la Hermandad, su vida coincidió con el risorgimento de los alarifes. No hizo nada, solo dispuso su tiempo para la propia obra en el universo del fuego. Sus obras cinéticas contienen la alteridad del ser, y la convicción -cierta- de que el encuentro del hombre con el fuego cambia la faz del universo.

El Eremita señala a sus discipulos que el mundo transcurre en una serie de cajas negras donde el hombre refleja su obra. Las espirales del fuego dieron origen a los enigmas, al pensamiento móvil y la ilógica casi insensible del artificio igneo. Durante un minuto en la historia de la Hermandad (mil quinientos años) estableció la distinguida cohorte alimentada con lo frío y lo cálido aunque en extremos sin temperatura, dados en unidades intensas o atmósferas (como Les Nympheas en el Museo de L'Orangerie) coincidentes. Las sombras fijas no huyen y se abrazan con el fuego en varias dimensiones... como la desaparición volcánica de Empédocles. El Eremita sabe que el fuego señoréa los diseños táctiles que esgrimen o practican los hermanos alarifes. Esa disciplina está contenida en las gárgolas eclesiales. El Eremita nos pide no confundir el fuego con la luz... puesto que puede apagarse y el fuego es irrecuperable.

El preservador del fuego, tiene la más alta función entre los alarifes y su mester se remonta a los tiempos bosquimanos donde alguién estaba a cargo siempre de no permitir que el fuego se apagara. Con la pasión que siempre tuve y acicateado por algo de dinero, me dediqué a explorar su elusiva personalidad que variaba -tal era su epidermis- con el tiempo mismo. Para el preservador, el fuego tenía estructuras y las conformaba en las materias que alimentaba en complicidad con los maestros alarifes, cuyos grados de familiaridad con el elemento se producían con la devoción misma de los talleres renacentistas. Todos podían captar la delineación del fuego para dejar cierta suerte al capricho de los objetos y una enorme validez al dominio del fuego que consideraban magistral.

La herramienta de los alarifes era el fuego mismo y su deseo consistía en imprecisar la sensación, hacerla tan insensible que se difuminara por la materia hasta conmover las capas más leves del sensorio, percibir la presencia espiritual y subjetiva del fuego en una búsqueda apasionante. -Me dijo el preservador- cuando contemplas las piezas resultantes en una galería sólo adviertes una parte mínima del proceso, la experiencia básica es cuando tu sensorio alcanza a distinguir, el elemento ausente y primordial, la llamarada. Todo esto se remonta más allá de los Asirios y Caldeos, de los egipcios y deriva de manera que podríamos llamar grosera en la disciplina inenarrable de los alquimistas y los geómetras.

El fuego -continúa el preservador- es infinito aun cuando se extinga y es la manera más eterea de modelar el espacio y a su propio ser condicionado a la materia que configura. Nadie puede decir qué formación adoptará el fuego pero si puede conformar los materiales en su entorno (estos son algunos de los secretos que preservamos). El mundo del fuego es elemental pero su movilidad libre es la creativa, cada llama incluye a la otra y todas abrazan el objeto. Nuestra tarea es que el fuego mantenga su originalidad pero no a la manera olímpica, sino que creemos en preservar la flama perpetua una necesidad ancestral, el fuego ha transcendido la historia del arte, aunque no deseamos que ese conocimiento se expanda porque podría desfigurarse. El arte del fuego es el más clásico. El fuego es la cosa misma y sólo pueden considerarlo efímero quienes desconocen las raices de la vida en sí, o para el caso su polaridad: la muerte y las cenizas. El universo es una gran luminaria o un inmenso cenicero. Entre estos dos extremos transcure el trabajo y la guarda de los objetos rituales en las montañas.

Capitulo II
La obra negra

Aquella tarde salí de mi despacho sin muchas esperanzas, la escasez de dinero no sólo me incluía sino que me dejaba fuera de cualquier posibilidad de supervivencia razonable. Un individuo me alcanzó y tomó del brazo. Pense que trataría de cobrarme algo. Una semana antes fuí conducido a la carcel por desacato a un instructivo de un juez que obedecía a sus amos de los almacenes de crédito. Me detuve dispuesto a cualquier cosa, no soy valiente pero sí preciso. Valiente no puedo serlo porque con trabajos mido uno setenta y mi edad es lo bastante avanzada para no poder competir con el menor bisoño. Sin embargo, me quedan algunos arrestos de ambos tipos.

Señor, dijo el uniformado, acompañeme- ¿De qué se trata? Le explicaré en el camino. No era cosa de discutir.

Fuimos hacia el centro de la ciudad. Paramos a un costado de Palacio, el tipo bajo y me dijo: suba por esa escalera. Así lo hice. Se abrió una puerta de madera con cristal. Una persona nueva me dijo: lo esperan. Entre por la siguiente puerta. Cuando vi al personaje que estaba enfrente, me espante. Nunca había hablado con nadie de ese nivel político, de modo que me lo callé. Lo hemos seleccionado para un trabajo muy específico, quise decírselo personalmente. El señor que lo acompañará es de toda mi confianza. El le dará los detalles. Buenas tardes.

Seguí al designado hasta una amplia oficina con todo tipo de aparatos y servicios.

Siéntese y tomelo con calma.
Así lo hago.
¿Está dispuesto a encargarse del trabajo?
¿Tengo alternativa?
Después de saber de que se trata, no.
¿ Y si no deseo saberlo ?
Me temo que usted recibió una orden.
Entonces no me haga perder el tiempo pregúntandome. ¿Cuanto me va a pagar?
Despreocúpese de eso.
No puedo, eso me preocupa. Necesito el dinero.
Bueno, nos pondremos de acuerdo.
Preferiría antes que despues.
Es usted obstinado.
No más que usted.

Así ingrese al caso de la Hermandad de los alarifes del fuego.

Capítulo III
El fuego filosofal

Hasta el presente el arte del fuego ha sido un arte minoritario por los escasos participantes, aunque sus consecuencias sean monumentales. Son menos todavía quienes participan en su periodo de incubación y lo saben muy mayor que las otras variedades artísticas, empero su impacto final es obviamente el más poderoso.

Por lo general se piensa que la fórmula del arte flamígero está muerta y que sólo la inmediata sensación vive. Pero la ecuación del fuego y la sensación no se oponen sino se acentúan, según los grandes maestros. Todos recibimos un flujo continuo de sensaciones, pero en la mayor parte de los casos no recibimos su impronta porque al parecer no existe rastro alguno de las igniciones anteriores. Pero su combinatoria tiene un contenido perdurable: sin tales cálculos las memorias las transportaría el viento.

Tranferir esta definición al arte no es extravagante como parecería porque los elementos invariantes del fuego pueden determinarse despues mediante otros signos. Hay una indivisible continuidad que dejó la llama en la materia y que los alarifes del fuego detectan para establecer la calidad de las vidas. Hay una dialéctica complementaria del amoroso fuego con la materia de que se alimenta y configura y en ambas fases del dilema queda la impronta de la otra. Los componentes dinámicos vienen a ser, las dimensiones del espacio, las dimensiones del tiempo, las dimensiones de las criaturas: muerte, vida, nacimiento; mañana, hoy, ayer; profundidad, amplitud, altura.

Si una y otra vez los alarifes del fuego han preservado su arte reconocen el futuro en el brazo firme del presente cuando coloca el objeto en la flama y las oportunidades y las opciones de su arte carecen de fronteras.

Guillermo Rousset Banda, 1996.

Consejos para el buen morir

Modo elegante de morir:

- Reclusión progresiva
- Disminución de los alimentos
- Escuchar música mientras se lee
- Continuar completando detalles de lo pendiente
- No emprender cuestiones de importancia
- Escribir sentencias exquisitas

Morir tranquilo sin más molestias

Guillermo Rousset Banda, Agosto 1996.

sábado, 10 de abril de 2010

La Despedida

Cuánto perdido,
mucho olvidado,
muy poco queda.

Tanta belleza,
alimentos de gusanos
y vuelta polvo.

Las mujeres pasan,
los verdaderos amigos quedan.

El odio ilumina,
el amor oscurece.

Guillermo Rousset Banda, Agosto 1996

México: El caso Rousset y la guerra sucia

3-10-2007

Por Mario Rivera Guzmán.


En 1978, cuando el recién nacido Uno más Uno sellaba el 'bloque histórico' entre pescados (del PCM) intelectuales y mapaches keynesianos (el maoísmo urbanizado y cultivado se iría agregando un poco después hasta convertirse en hegemónico...), apareció en las páginas de este diario, dirigido entonces por Becerra Acosta, un extraño desplegado cuya interpretación contribuiría en mucho a desentrañar las más perversas sutilezas de la guerra sucia en su afán por aislar a los jóvenes comunistas que habían tomado las armas organizadamente en la LC-23S. El desplegado estaba firmado por casi todas las plumas importantes del grupo Vuelta y, a la cabeza, por Octavio Paz. En él se solicitaba al presidente López Portillo y al entonces secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles, intercedieran para reconocer "el gran trabajo" que como traductor y poeta había realizado durante su corta estadía en la cárcel, nada menos que Guillermo Rousset Banda, dirigente comunista del PCM en el Distrito Federal en tiempos de las huelgas ferrocarrileras de 1958 y prófugo de la justicia por haber baleado mortalmente al amante de la madre de sus hijos.



Rousset se mantuvo prófugo durante más de 10 años y en ese lapso recorrió Francia, Colombia, China. Los llamados 'pescados' --seguidores todos de aquel hombre gris inventado por los soviéticos de nombre Arnoldo Martínez Verdugo--, contaban sinfín de historias sobre otros amantes de otras mujeres que había matado Rousset en su largo peregrinar, pero yo no les creía ni madre porque estos personajes le inventaban historias a todo el que discrepaba de ellos. Por ejemplo, del tío Gustavo Patiño --que murió en un desembarco contra el dictador Trujillo en la isla de Santo Domingo-- anduvieron diciendo estos mismos intrigosos que trabajaba para quién sabe qué policía durante su estancia en México. Que qué casualidad que se había sacado la lotería. Cosas parecidas dijeron de Genaro Vázquez y de Lucio Cabañas. En todo caso, en el juiclo que se siguió contra Rousset aquí en México después de que se le detuvo en el Aeropuerto Internacional de la capital en una de sus entradas clandestinas, sólo se le adjudicó el cadáver de Carlos Farías, de quien la prensa policíaca de aquel tiempo informó en su momento que portaba una credencial de la policía al ser tiroteado por el celoso enfurecido.



El clandestinaje del prófugo Rousset en México y sus actividades hacia la construcción del Partido del Proletariado Mexicano deben haber sido toleradas por los órganos de seguridad del Estado durante todo el pos 68, y hasta bien entrados los setentas, pero aquello terminó cuando Rousset y su grupo se negaron con todos sus argumentos a celebrar la reforma política de Reyes Heroles que terminó por neutralizar a viejos comunistas y troskistas. Entonces le hicieron pagar a Otelo por su crimen.



Rousset estuvo pocos meses en la cárcel, pero no deseaba permanecer por más tiempo ahí. Él sí que no tenía madera de estoico, pese a ser "dogmático". Así que se acogió al trato civilizado que le ofreció el grupo Vuelta, que no lo hacía renegar de lo que pensaba, pero lo obligaba a guardar silencio en cuestiones de política. En vista de las circunstancias, Rousset renunció a su faceta de teórico político y se refugió en cosas de la poética, reservándose el derecho para despotricar contra los " roedores de galleta" cuando ya tenía medio pomo de vodka adentro. Con el tiempo casi todos sus correligionarios en activo terminaron bajo las enaguas amarillas del perredismo. Los otros, como él, guardaron silencio.



Es muy probable que el ingeniero fino de la maniobra que liberó a Rousset Banda de su prisión, gracias a las presiones de Octavio Paz, fuera el poeta Eduardo Lizalde, prominente colaborador del grupo Vuelta y firmante al calce del desplegado de Uno más Uno con el que me desayuné aquella mañana, camino a mi odiada clase de matemáticas. Lizalde y Rousset habían militado en el PCM y habían sido expulsados del mismo en diferentes momentos. En el contexto de la guerra sucia contra la LC-23S, la neutralización de Rousset tenía un objetivo preciso. La Seguridad del Estado también hizo política para exterminar a los guerrilleros.